Recuerdo la primera vez que entre a un restaurante Japonés. No sé ni como consiguieron llevarme, pero al final entré.
Yo nunca había probado el sushi y era muy reticente a hacerlo.
Que va a tener que aportarme este tipo de comida que tiene pescado crudo dentro.
Puaaagg ¡¡que ascooo!!
En cualquier caso me senté en la mesa y mi amigo pidió de todo.
Yo no conocía ningún plato. Me limité a esperar y comprobar que yo, que llevaba sin probar sushi 26 años, estaba en lo cierto y ese plato no entraría en mi dieta.
El sushi apesta, y hoy quedaría claro.
Trajeron una bandeja. Cogí mi tenedor reglamentario. Nada de palillos ¡que es eso!
Pinché el primer trozo, lo bañe en soja y con cara de asco me lo lleve a la boca.
Un nuevo sabor inundó mi paladar.
Asco.
¿Asco?
As… co
Cojonudo. Esto está cojonudo.
Delicioso Juanda.
Buena idea esto de traerme aquí eh.
Pude decir mientras aún movía la lengua de un lado para otro saboreando el bocado.
Yo solía ser muy escéptico para estas cosas.
No probar nada que no conozco.
Nadie me va a enseñar lo que me gusta a mí.
Nadie me va a decir lo que me viene mejor a mí.
Lo que yo pienso es lo mejor.
Error. Esto es un error.
Cuanto más escuchas y pruebas más cuenta te das de cuanto te queda por descubrir.
Para eso están los cursos, los libros, los mentores…
Cuanto más escuchas y pruebas más cuenta te das de cuanto te queda por descubrir.
Probar es lo que me define ahora, y gracias a haber probado tanto pude crear el sistema CMI.
Nuevas estrategias. Nuevos mercados. Nuevos productos. Nuevos horizontes.
Si eres de los míos, sabrás que sin probar nunca sabrás todo lo que te estás perdiendo.
Con el sushi no te puedo ayudar, pero con las ventas sí. Aquí tienes el cómo.